Los sucesos de esa historia casi mitica fueron como se narra a continuación:
Muchos años atrás, en una desafortunada noche de copas, putas y naipes. Después de jugar por varias horas y de haber perdido prácticamente todo lo que poseía estaba Joaquin sentado acabándose la media de aguardiente cuando don Cayetano Buendía, el magnate del pueblo, quien era dueño de varias fincas dedicadas a la producción de café y plátano se le acercó al abuelo que en ese entonces era un joven jornalero de 23 años que solo trabajaba para tener dinero suficiente para el vicio y la diversión, y le dijo:
-Me invita un guaro Joaquín?
–Pues usted me va a perdonar don Cayetano, pero el que va a invitar el trago va a tener que ser usted porque ni siquiera me queda con que pagar esta media que me estoy tomando, lo perdí todo en las cartas
-No se preocupe Joaquín, le voy a dar la oportunidad de ganar más de lo que alguna vez en su vida podría llegar siquiera a soñar.
-Y a quien hay que matar don Cayetano?
–Cállese! que si lo escuchan van a creer que es verdad y le achacan el próximo muerto que haya y usted sabe que a mí no me faltan enemigos y en este pueblo siempre cae alguno el fin de semana. No tiene que matar a nadie, pero si tiene que darme algo, algo que yo quiero desde hace harto tiempo. Su hermanita la que cumple 15 años esta semana, llévela mañana a la casa de la loma negra y déjela que pase conmigo todo el día, y se asegura de que ella nunca le diga nada a nadie. Piénselo, Un día de la vida de su hermanita por $20.000. Piense que con esa cantidad de plata puede construirle a su mamá una casa más decente para que no tengan que seguir cagando y bañandose en el rio.
Joaquín se tomó el trago de aguardiente que quedaba sobre la mesa y sirvió un trago más, se limpió el bozo con el dorso de la mano y escupió en el piso mientras miraba fijamente a don Cayetano. En ese momento todos los presentes pensaron que iba a haber problema porque si por algo era conocido el abuelo Joaquín en sus tiempos de juventud era por ser peleonero cuando se emborrachaba. Pero solo dijo, muchas gracias don Cayetano, en otra ocasión le apuesto… hoy no me siento ganador, y se paró de la mesa, se puso su sombrero y con andar tambaleante se dirigió hacia la salida del bar. Una vez afuera el fresco viento de la noche le golpeó el rostro, encendió un cigarrillo. Mientras aspiraba el humo cálido y delicioso en su mente enlagunada por el efecto del alcohol resonaban las palabras de don Cayetano y supo en ese momento lo que debía hacer.
Subió a su caballo y éste lo llevó sin esfuerzo a su casa, un rancho viejo de madera y latas de zinc a la orilla del rio; empezaba a llover y el sonido de las caudalosas aguas golpeando contra las piedras en el cauce del rio se sumaba a los goterones que golpeaban como piedras el techo de zinc del viejo rancho, aun así, todos dormían. Joaquín se quitó la ropa mojada y se acostó en una estera en el piso de tierra.
El rancho no tenía ninguna división interna y toda la familia de Joaquín dormía en esteras alineadas una junto a la otra para combatir el frio con el calor corporal. En el rincón estaba Doña Rogelia, la madre de Joaquín, al lado de ella el hermanito pequeño de Joaquín, Leónidas, que tenía 7 años y al lado estaba Eliana, la próxima quinceañera, cuando Joaquín se acostó junto a ella se dio cuenta de que no estaba dormida y entre susurros para no despertar a los demás Eliana preguntó:
-¿Está borracho Joaquín?
–No manita, estoy bien, la lluvia me quitó la rasca.
–Ganó algo jugando a las cartas o perdió otra vez la plata del mercado?
–Perdí todo manita, pero puede que haya encontrado una forma de que dejemos de pasar necesidades, duerma que mañana le cuento.
Al despertar Joaquín salió a hacer sus necesidades en el rio, ya que la casa no tenía cuarto de baño. Allá mismo se mojó la cara y se aseó un poco mientras pensaba en cómo podía lograr el trato con don Cayetano, a lo mejor estaba borracho solamente, pero si en verdad estaba tan interesado en su hermanita a lo mejor pudiera convencerla de que le entregara su virginidad al viejo, Un ratito de sufrimiento por una vida de comodidad parecía un excelente negocio.
Mientras Joaquín desayunaba un café con cigarrillo observaba como detrás de un matorral su hermana se bañaba en el agua del rio y pensó, ese viejo degenerado como le gustan las niñas tan pequeñitas, observó a Eliana entre las ramas de la maleza y vio que en realidad no era una niñita, Los mechones empapados de su larga cabellera negra cubrían a medias sus senos que aunque no eran grandes si tenían una forma redonda bastante bonita y un tamaño como de pequeñas manzanas, sus caderas empezaban a ensancharse un poco y tenía unos finos vellos en la entrepierna, pero indudablemente lo que más llamaba la atención de Elianita era su rostro, tenía los ojos grandes y oscuros como la noche, unas pestañas largas y crespas que le daban una expresión coqueta y una sonrisa amplia con dientes bien cuidados y perfectamente alineados, los hoyitos que se formaban en sus mejillas al sonreír le daban un aspecto inocente que contrastaba de manera adorable con la coqueta expresión de su mirada. En ese momento lo entendió, ella debía hacer el sacrificio, por su hermano pequeño, por su madre, por él, y sobre todo por ella misma.
Después del baño, la niña se puso el uniforme de colegio que estaba bastante desteñido y con franjas donde la intensidad del color variaba mostrando donde se había ido soltando el ruedo a medida que su estatura aumentaba con el paso de los años, llevaba usando la misma falda 5 veces a la semana durante casi 3 años. Un café con pan y estaba lista para ir al colegio.
Su hermano se ofreció a acompañarla argumentando que tenía que ir al pueblo por una oportunidad de trabajo y en el camino empezó a contarle acerca de su conversación de la noche anterior con don Cayetano:
-El viejo la quiere conocer manita, pero me dijo que solo quiere pasar un día con usted y conversar, lo más seguro es que se antoje de un besito o de otras cosas pero no se preocupe que los hombres mayores saben cómo hacer para que las niñas se sientan bien y no sufran en esas cosas.
-Que dice manita, el viejo dice que nos va a dar dinero suficiente para construirle la casa a mi mamá. Por qué no hace el esfuercito y nos ayuda que yo le prometo que dejo el trago y el juego y me pongo juicioso a trabajar.
-Joaquín, pero es que ese viejo no se va a conformar con solo besitos y mis amigas me han dicho que eso duele mucho la primera vez, y que pasa si de pronto quedo preñada? Además a uno debería desvirgarlo el hombre con que se va a casar, no ve que las que lo hacen por plata son las putas?
-Hermanita, deje de ser pendeja que eso se lava y queda igual, si le duele eso se le pasa al rato y además piense que cuando más vamos a conseguir 20.000 pesos, eso ni trabajando toda una vida.
Al escuchar la cantidad de dinero de la que estaba hablando su hermano mayor, Eliana dejo escapar una lagrima y esta recorrió lentamente su mejilla, los dos sabían que lo aceptaría.
Al llegar a la “loma negra”, solo los vio entrar doña Cleotilde que era la encargada de hacer el almuerzo para los trabajadores de la finca que en ese momento eran muy pocos porque siempre había habido rumores de que en la finca habían brujas así que cuando no era tiempo de cosecha solo habían unos pocos trabajadores y en ese momento estaban atendiendo a los animales lejos de la casa principal.
Joaquín entro y doña cleo los llevo hasta donde estaba don Cayetano desayunando, huevos pericos con arepa y chocolate, chicharrón y queso. Los estómagos de Joaquín y Eliana rugían al ver toda esa comida junta y recordando la frugalidad de su desayuno.
-Siéntense, por favor dijo don Cayetano- Doña cleo, tráigale desayuno a los muchachos que tenemos un asunto importante y me imagino que no han comido nada.
Después de comer hasta la saciedad Joaquín se fue al baño mientras la niña se quedó con don Cayetano en la mesa.
-Mijita, usted está cada vez más linda, por que no vamos yo le muestro la casa.
Eliana aceptó con algo de recelo pero sabía que era demasiado tarde para cambiar de opinión, al ponerse de pie, don Cayetano le pasó una mano por la cintura para guiarla por donde deseaba que fueran. Para hacerla sentir más en confianza le empezó a contar historias relacionadas con los diferentes objetos que decoraban la casa.
Eliana nunca había estado en un lugar lleno de lujos y comodidades como ese y se sentía embriagada por esa nueva sensación.
-Le gusta lo que ve mijita? Todo lo que hay acá puede ser suyo si así lo quiere, solo tiene que portarse bien y hacer lo que yo le diga… se va a portar bien con don Tano?
-Si señor dijo ella tímidamente mientras don Cayetano le bajaba la mano de la cintura hacia la cadera y acariciaba sus firmes nalgas por encima de la falda del uniforme.
-Que nalguitas más deliciosas tiene mijita… me imagino que debe ser por tanto que camina todos los días yendo a estudiar.
Eliana no supo que contestar, solo se ruborizó y sintió como si estuviera un poco mareada.Después haciendo acopio de todo su valor le dijo, Venga don Cayetano, yo estoy muy nerviosa pero hagamos lo que vamos a hacer de una vez para poder llegar temprano a la casa que sino mi mamá se va a preocupar.
En ese momento Joaquín volvía del baño y Cayetano le entregó un maletín lleno de billetes de 10 y de 20 pesos, cuéntelos mijo, mientras nosotros vamos a estar en la pieza, ya le dije a doña cleo que no nos moleste y como es Viernes ella termina en la cocina, despacha a los trabajadores y todos se van, así que póngase cómodo mijo, si quiere ponga música y destape una de guaro mientras cuenta la plata y yo me voy a charlar con Elianita.
Era como un sueño, Joaquín no lo podía creer, hizo exactamente lo que le dijo don Cayetano, escogió un Long Play de tangos y lo puso a girar en el tornamesa y mientras sonaba la primera canción destapó una botella de aguardiente y se sirvió un trago doble.
Se sentó frente a una mesa y allí vació el contenido del maletín para empezar a contarlo. Tenía todo lo que había soñado, dinero y aguardiente. Casi se olvidó de su hermana.
Don Cayetano llevo a Eliana a su habitación principal y le dijo que se desnudara, ella hizo caso y se sentó en la cama donde comenzó a quitarse lentamente el uniforme escolar al tiempo que don Cayetano se sentaba en una silla frente a la cama y encendía un tabaco mientras la miraba con ojos cargados de lujuria, con una mano sostenía el tabaco en su boca y con la otra se tocaba el pene por encima de su pantalón mientras Eliana se desnudaba. Cuando se hubo quitado el uniforme le dijo que también se quitara la ropa interior y ella con el rostro totalmente enrojecido por la vergüenza y un par de timidas lagrimas deslizándose por sus mejillas, obedeció y trató después de cubrirse con sus manos, cruzó un brazo sobre sus senos y se puso la otra mano entre sus piernas y al verlo don Cayetano movió el tabaco repetidamente de lado a lado indicándole que no lo hiciera. Mientras decía: - recuerda que debes portarte bien con don Tano.
-Acuéstese boca abajo en la cama mijita, y tranquila que la voy a tratar bien.
Eliana hizo caso y puso su pecho desnudo contra el cubrecama, estiro sus piernas y clavó su rostro en la almohada como esperando que al cerrar los ojos todo lo que estaba viviendo se convirtiera en una pesadilla y al fin pudiera despertar, pero no fue así, era real y pudo escuchar el sonido metálico de la hebilla de la correa de don Cayetano al desabrocharse y caer al piso, podía escuchar su respiración agitada y uno que otro ataque leve de tos causado por el tabaco, escuchaba el roce de la tela de su ropa al quitarla y con cada sonido se estremecía por una mezcla de miedo y repugnancia hacia ella, hacia su hermano por haberla puesto en esa situación y sobre todo hacia don Cayetano, sabía lo que sucedería a continuación y estaba aterrada.
Eliana se dio vuelta lentamente con los ojos aun cerrados y al abrirlos quiso llorar, quiso gritar, quiso correr, pero el miedo la tenía paralizada, la imagen que había ante sus ojos estaba lejos de ser lo que una niña sueña para su primera vez: Don Cayetano era un hombre de un poco más de 50 años con un abdomen medianamente prominente, todo el cuerpo cubierto de vellos crespos en algunos sectores encanecidos y en otros sectores aun negro como había sido su cabello en los días de su juventud. Tenía bozo abundante y el resto del rostro mal afeitado, dos dientes de oro y patillas largas y abundantes, tenía al cuello una cadena de oro que más parecía un collar de perro y una camándula también de oro, la cual beso antes de quitarse el sombrero que era la única prenda que aun tenia puesta. Al quitar el sombrero descubrió una cabeza medio calva con unos pocos mechones de pelo gris pegados al cuero cabelludo por el sudor. Las uñas de los pies estaban largas y desarregladas y tenía las piernas muy velludas y con algunas venas varice bastante notorias. Su pene no estaba del todo erecto así que su visión no resultaba muy amenazante pero era la primera vez que Eliana veía un miembro que no fuera el de su hermano pequeño al que a veces ayudaba a bañarse en el rio.
Don Cayetano notó como Eliana lo observaba y lejos de molestarse por el gesto de repugnancia que se dibujaba en el rostro de la niña, este pareció excitarle más ya que en ese momento su pene se levantó y se hizo grueso, venoso y con un tono violáceo oscuro en el glande.
-Dios Mío!!! Exclamo al fin horrorizada la niña
-Acá no hay lugar para Dios, mijita, hace mucho que no viene por estos lados, esta finca está fuera de su alcance.
Don Cayetano tenía en ese momento una mirada triste, como si algo de compasión o bondad estuviera tratando de salir a la superficie, quizás un poco enternecido por la visión de Eliana que era realmente un espectáculo hermoso ante sus ojos. Ahí estaba ella, desnuda y acostada tratando de alejar sus ojos del miembro erecto de Don Cayetano pero sin conseguirlo, como si un malévolo magnetismo la obligara a seguirlo mirando, se estremecía con pequeños ataques de escalofrío mientras veía como una pequeña gota de líquido pre seminal asomaba por la punta de esa cabeza hinchada y comenzaba a chorrear hacia la cara inferior del pene. Los ojos de Eliana estaban demasiado abiertos y su boca también en un gesto de horror, pero esto no le restaba belleza a su hermoso rostro y ciertamente no afectaba en nada la visión de su cuerpo. Ella era de baja estatura, solo un poco más de 1,50 mts y rebosaba belleza con el esplendor de la juventud, su piel era blanca e inmaculada, sin un solo lunar, peca o marca. . Don Cayetano se acercó lentamente y se sentó en el borde de la cama y con una mano empezó a acariciar lentamente el vientre de Eliana, su mano era áspera y se sentía caliente y la niña temblaba a medida que él iba moviendo lentamente hacia arriba su mano, acarició torpemente sus hermosos senos que se sentían firmes al tacto pero a la vez suaves y esponjosos, Eliana se sorprendió al notar como involuntariamente sus pezones empezaron a cambiar de forma y se pusieron erectos.
-Cierre esos ojitos lindos mijita,
imagínese que es un actor de telenovela el que la está tocando. Don Cayetano empezó a bajar su mano hacia la cintura de Eliana y una vez allí se detuvo a jugar un poco en el ombligo con uno de sus dedos y pudo percibir como en el rostro de la niña se dibujaba una leve sonrisa, la cual interpretó como señal de aprobación y siguió bajando su mano hasta empezar a acariciar una pierna pero ahí terminó su paciencia y delicadeza, ya que la incipiente mata de vello púbico en Elianita lo atraía demasiado como para seguirlo soportando así que bruscamente se arrodillo entre sus piernas y empezó a lamer la parte externa de su vagina. Esto le pareció a Eliana totalmente antinatural y por más que lo intentaba no podía imaginar que era un actor de telenovela, en especial porque en su casa no había televisión y no recordaba cuando fue la última vez que vio una novela. Don Cayetano seguía lamiendo mientras hacía unos sonidos como los que hace un perro que toma agua de un recipiente, sin decir nada empezó a separar sus labios con sus bruscos y gruesos dedos mientras el cuerpo de Eliana se movía con impulsos involuntarios hacia atrás alejándose un poco de esos dedos exploradores que no eran bienvenidos en su virginal interior, pero Don Cayetano la sujetó por las caderas y la halo hacia abajo nuevamente y en ese momento le dijo con voz autoritaria: -Abra los ojos mijita, es hora de que se gane la platica que está contando su hermano. y en cuestión de menos de un segundo Don Cayetano se encontraba totalmente sobre ella, guiando con una mano su pene erecto y venoso hacia los labios entreabiertos de la vagina de Eliana y una vez allí, al sentir el calor de su interior, no tuvo ninguna consideración y de un solo empujón la penetró hasta que sus dos pelvis solo estaban separadas por el grosor de los vellos púbicos de ambos, Eliana gritó y el sonido de su voz desesperada se confundió con los tangos que su hermano escuchaba y cantaba a voz en cuello mientras bebía ávidamente de la botella de aguardiente en la habitación contigua.
Eliana sintió que iba a partirse en dos en ese momento, jamás había experimentado tal sufrimiento físico, pero Don Cayetano le dijo que se tranquilizara
-NO se preocupe mijita, solo duele al principio. Y tenía razón, a medida que el tiempo pasaba el dolor se hacía más soportable y por mas repudio que le generara la situación que estaba viviendo,Eliana no podía luchar contra la naturaleza y esta tomó el control haciendo lubricar los órganos sexuales de ambos y disminuyendo así la fricción y el dolor. Don Cayetano cuando estaba a punto de eyacular se detuvo y se retiró abruptamente y con una mano sujetó su pene en la base apretándolo de tal modo que Eliana pensó que lo iba a reventar, ya que su glande se puso mucho más grande y oscuro que antes y vio con una mezcla de horror y repugnancia como resbalaba una gota de un líquido blancuzco y espeso.
–NO mijita, no crea que voy a acabar tan pronto, todavía me falta mucho por disfrutar… hagamos una pausa. Le dijo mientras le ofrecia un vaso con agua y él tomaba un par de tragos de aguardiente.
-Se está portando bien mijita, tal como debe hacerlo pero ahora viene la mejor parte. Arrodíllese acá en la orilla de la cama y deje los pies que le cuelguen hacia afuera, agárrese duro de la sabana mija que ahora si la voy a montar como a yegua. Eliana obedeció y se acomodó en la posición indicada y casi no había terminado de hacerlo cuando sintió que Don Cayetano la penetraba de nuevo por su vagina, esta vez dolió menos y a medida que Don Cayetano se movía hacia adelante y atrás Eliana noto extrañada y avergonzada que empezaba a disfrutar algunas de las sensaciones que esta extraña situación le causaba y se sorprendió a si misma jadeando y gimiendo suavemente mientras Don Cayetano sonreía entre dientes y decía, yo sé que le gusta mijita, no le dé pena que es lo normal. Pero justo terminadas esas palabras Eliana sintió algo nuevo, Don Cayetano escupió sobre su mano y empezó a untar la saliva en el ano de la asustada niña que no lograba imaginar siquiera que lo que venía a continuación hacia parte de esta actividad que hasta ahora parecía que empezaba a mejorar. Grande fue su sorpresa cuando Don Cayetano deslizo su dedo pulgar hacia el interior de su ano y empezó a hacer movimientos circulares con el mientras seguía agregando saliva. Este era un nuevo tipo de dolor pero no tan intenso como el que había sentido en la primera penetración vaginal, de pronto Don Cayetano sacó simultáneamente el pene de su vagina y el pulgar de su ano y sin ningún aviso ni consideración acomodo la punta de su pene en el ano semi dilatado por los movimientos del dedo pulgar y empezó a empujar. Eliana se quedó aterrada y adolorida, quiso escapar pero el viejo la tenía firmemente agarrada con una mano de la cintura y la otra de un hombro.
-Due...le mucho, por favor Don Cayetano, sáquelo.
Estas fueron al parecer las palabras más afrodisiacas que pudo decir Eliana porque don Cayetano se transformó en ese momento, parecía no escuchar ni percibir nada de lo que ocurría a su alrededor, solo gemía y se seguía moviendo embistiendo cada vez con más fuerza el ano de Eliana que empezaba a soltar un delgado hilillo de sangre mientras Don Cayetano seguía, la embistió una vez más y otra y otra y otra más hasta que por fin con un grito de placer sacó repentinamente su pene y Eliana sintió como caían en su espalda unas goteras de un líquido tibio. Don Cayetano se alejó un poco y se limpió con un pañuelo, después se sentó en la silla frente a la cama y volvió a fumar de su tabaco y a tomar un trago más de aguardiente. Elianita se trató de acomodar en la cama pero le dolía todo, en especial le dolía si intentaba sentarse, así que se quedó acostada de medio lado sobre uno de sus costados mirando a Don Cayetano que le dijo con tono tranquilizador.
-No se preocupe mijita, la primera vez siempre es difícil.
Se acercó a la cama y le ofreció un vaso con agua del que ella bebió ávidamente hasta la última gota. Unos minutos después se apoderó de ella una sensación de letargo insoportable y sus ojos se empezaron a cerrar contra su voluntad, en ese momento Se dijo para sus adentros: -Gracias a Dios ya todo pasó…
No podía estar más equivocada